En la Herrería, como cada diciembre, entre la Constitución y la Purísima, en Laguarta, desde hace 20 años, nos rendimos a los sabores del cerdo, a la labor de la matanza de antaño.
Con el paso de los años, y con matarifes y ayudantes entrando en avanzada juventud, y con las mondongueras ya cansadas de tanto "mondonguear", nos hemos quedado en recordar toda esa ardua tarea y seguir teniendo escusa para preparar una buena lifara, con el cerdo como protagonista.
Día de sol que junto con la lumbre nos cobijo de los rigores del frio otoñal, casi de invierno, y a las puertas de las anunciadas nieves.
Dice la cultura popular, que "En Nos Santos, neve nos altos; en San Andrés, neve nos pés", y con el sol de este día de matacía, parecía que la única manera de ver nieve, más allá del 30 de noviembre, sería poner Cañones de Innivición en la Pista Secorún (con muy poco sentido común, eso sí)... Lo dicho, pasado Todos Sano y san Andrés... no pisamos nieve el día 6.
En el menú, degustamos Boliche de Villanua con los santos sacramentos, cocinados a fuego lento y con mimo por María José de Casa Cudillo. De segundo brasas: papada, chorizo, morcilla, ... y a la copiosa comida le siguió la sobremesa con Trenza de Huesca y cafés.
Nuestra matacía, y la elaboración del mondongo, recuperaba una esencia, un sentido del compromiso de la familia y también de la amistad, ya que vecinos y parientes, se ayudaban desde siempre, mutuamente en esta laboriosa tarea, a la vez que compartían copiosas comidas cuya materia prima, no podía ser otra que el cerdo. En el año 2004 y de la mano de Miguel Allue, entonces nuestro alcalde pedáneo, se recuperó la matacía como un acto social, motivo de fiesta y reunión para los serrallapuertas, nunca quiso ser un acto turístico, sino un motivo de encuentro y unión en el pueblo, que 20 años después, seguimos queriendo mantener.
El padre Iván nos acompañó, y con él hicimos planes, rememoramos historia del valle, del Reino de Aragón, y traspasamos fronteras más allá del Vaticano... todo entre risas, recuerdos y ganas de más. Bendición y brindis por los que estuvimos, por los que faltaron y por todos aquellos que brindaban desde los rayos de sol de L'Obico.
Levantaba el viento, cuando se levanto la sobremesa, la partida, la tertulia, y nos daba tiempo a pasear y ver ponerse el sol a las mozas de Justa y Jorge, que quedaban como guardianas del lugar.
Texto e imágenes: Carlota Albás.
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